El Fondo de Alianzas para los Ecosistemas Críticos (CEPF) y Patrimonio Natural acompañan la labor de organizaciones locales como la Fundación Ecovivero, que desde el Bosque de San Antonio/Km18 ha impulsado hitos como la declaratoria de la Magnolia mahechae como árbol emblemático del municipio de La Cumbre. Su trabajo combina ciencia, conservación y liderazgo femenino en un territorio estratégico del hotspot Andes Tropicales.

Como resultado de un trabajo constante, disciplinado y comprometido con la naturaleza, bajo el liderazgo de la Fundación Ecovivero y de la mano con otras organizaciones públicas, privadas y la comunidad, la Magnolia mahechae o también conocida como el árbol almanegra por la coloración oscura que tiene en su parte interna, fue declarada, por medio de Acuerdo Municipal, especie emblemática del Municipio de La Cumbre, en el Valle del Cauca, Colombia.
“Llevamos varios años trabajando por la biodiversidad de este territorio y en especial por esta especie que está en peligro de extinción. Lograr que tanto la Alcaldía de La Cumbre como el Concejo dieran este paso nos llena de orgullo y esperanza para la supervivencia de este árbol”, expresó María Angélica Villa, coordinadora del proyecto CEPF.
Las magnolias son gigantes verdes que pueden alcanzar los 35 metros de altura, lo que equivale aproximadamente a un edificio de diez pisos. Admiradas por su belleza y por sus servicios ecosistémicos —oxígeno, agua, refugio para la fauna y equilibrio climático—, están amenazadas por la deforestación, la tala indiscriminada y la pérdida de hábitat.
En este escenario, la Fundación Ecovivero emprendió el proyecto ‘Conservación de plantas y empoderamiento de mujeres en el Bosque San Antonio/Km18, Colombia’, una iniciativa que combina ciencia, conservación y liderazgo femenino. El proyecto es financiado por el Fondo de Alianzas para los Ecosistemas Críticos (CEPF) con el respaldo del Fondo Patrimonio Natural, en esta importante región del hotspot Andes Tropicales, el más biodiverso del Planeta.
Su meta es ambiciosa e inspiradora: proteger especies emblemáticas de magnolias y, al mismo tiempo, abrir espacios de liderazgo para mujeres rurales que se forman como investigadoras y guardianas de la biodiversidad.
Gigantes en riesgo
En Colombia, la mayoría de especies de magnolias están en peligro de extinción (EN) debido al uso histórico de su madera y la transformación de los bosques. En el Bosque de San Antonio la atención se ha centrado en tres especies: Magnolia mahechae (almanegra), priorizada por su importancia ecológica; Magnolia henaoi conocida también como hojarasco de Henao, confirmada en la región tras una colecta realizada hace más de 20 años.
Los investigadores de Ecovivero, en colaboración con comunidades locales, registraron 10 individuos de Magnolia henaoi. En total, se han recolectado y sembrado más de 700 semillas de magnolias y especies asociadas, como parte de una estrategia doble: conservación in situ —en el propio bosque— y ex situ, a través de viveros y jardines botánicos.
Una de las acciones más simbólicas fue la entrega de dos plántulas de Magnolia mahechae al Jardín Botánico de Bogotá, donde se garantizará su cuidado a largo plazo.
Ciencia con rostro femenino

Si bien los avances técnicos son fundamentales, este proyecto ha marcado un hito por su enfoque de género, al reconocer las brechas que han enfrentado las mujeres de las zonas rurales, donde por años se desconoció su potencial para liderar procesos de conservación de la naturaleza que fueran también social y financieramente sostenibles.
Cuatro mujeres jóvenes de la comunidad del KBA Bosque San Antonio/Km 18 fueron capacitadas y certificadas en trabajo seguro en altura y técnicas de ascenso a árboles para investigación biológica. Hoy, con arnés y cuerda, escalan los troncos de estos gigantes y alcanzan las copas, donde descubren flores, frutos y semillas que alimentan micro ecosistemas enteros de especies.
La imagen de mujeres escalando magnolias resume la esencia del proyecto: escalar hasta las copas, descubrir sus secretos y conquistar espacios que históricamente les habían sido negados. Como los árboles que se elevan sobre el bosque, ellas encarnan fuerza, resiliencia y la capacidad de sostener vida.
“Cada escalada nos revela a la magnolia como un universo lleno de vida. Es un sobreviviente milenario que sostiene aves, insectos y plantas que dependen de él”, explica Yarith Albán, de Yumbo. “Conservar no es solo proteger un árbol, es abrir caminos hacia el cuidado sostenible de la biodiversidad y hacia nuestra propia autonomía”, agrega Albán.
Entre tanto, Valentina Galíndez, del municipio de Dagua afirma que “el mayor aprendizaje ha sido comprender cómo cada especie del bosque está conectada. Conservar una magnolia es conservar todo el hábitat que la sostiene”. Estas voces confirman que la conservación no es únicamente un asunto de ciencia, sino también de justicia social y equidad de género.
Además, diez personas —ocho mujeres y dos hombres— recibieron formación en buenas prácticas de vivero, lo que les permitirá reproducir y cuidar especies nativas con fines de restauración. A ello se suma la asesoría de una experta en género, Natalia Cortina, quién lideró talleres de sensibilización, elaboró herramientas de diagnóstico y actualizó la política de género de la Fundación, garantizando que este enfoque se convierta en un pilar transversal de las acciones futuras.

Logros que trascienden el bosque
El proyecto logró un Acuerdo Municipal con el municipio de La Cumbre, el cual declaró la Magnolia mahechae como árbol emblemático del municipio. Otro aporte estratégico fue la elaboración de un mapa de coberturas de la tierra del Bosque de San Antonio a escala 1:10.000, siguiendo la metodología del IDEAM y Parques Nacionales. Este insumo permitirá orientar de manera más precisa los procesos de restauración y uso sostenible del territorio.
Hacia un futuro sostenible
Los resultados alcanzados por el proyecto hasta ahora, son una muestra de que es posible articular la investigación botánica con el fortalecimiento comunitario y la incidencia política. El Bosque de San Antonio/Km18 se consolida como un laboratorio vivo donde la ciencia se entrelaza con la educación, el enfoque género y la gobernanza local.
El desafío ahora es sostener estos logros en el tiempo: consolidar viveros comunitarios, fortalecer la participación activa de las mujeres y avanzar en políticas locales que protejan no solo a las magnolias, sino también al mosaico de vida que depende de ellas.
Al final, hablar de magnolias es también hablar de mujeres: de su capacidad de crecer hacia lo alto, resistir las tormentas y brindar sombra y alimento a las generaciones que vienen. En el Bosque de San Antonio, ambas se entrelazan como símbolos de resiliencia, esperanza y futuro.